viernes, 26 de noviembre de 2010

Inteligencia Artificial

Por qué lo llaman estoque cuando quieren decir mandoble. Miro a mí alrededor y capto en mis más cercanos amigos increíble fuerza y determinación, siendo capaces de apartar el dolor y la soledad del día a día solo ellos saben con qué mecanismos. ¿Quizás no sientan la soledad igual que yo? Puede ser, pero no sé qué puede significar eso: por un lado podría querer decir que poseen mayor fortaleza por no depender de nadie o bien podría ser que, en ocasiones, son incapaces de sentir más allá de lo básico.

Creo poder afirmar con cierta certeza que mi felicidad depende de una persona, lo cual desde mi punto de vista es un hecho realmente bonito y cuya sensación debería ser experimentada por todo ser humano al menos una vez en la vida, siempre y cuando esa persona desee amarte y ocupar esa posición en tu vida el resto de la suya. Esta última parte es la que me escapa.


Teniendo en cuenta mi edad la gran mayoría de personas que me rodean han pasado por una situación similar, casi calcada. No soy un necio y jamás he creído en eso de las “historias únicas” y demás sandeces, sin embargo sí que veo a la gente que me rodea ha sido bastante capaz de olvidar y/o superar el asunto con cierta facilidad y al menos a día de hoy aparentan estar sanos mentalmente. Como no podría ser de otro modo le doy vueltas en la cabeza y a menudo caigo en elucubraciones, a priori sin sentido, como que no saben querer, no les han sabido amar, no entienden el concepto de echar de menos o simplemente se complican demasiado para los dos días que estamos sobre el planeta.

Cuando llego a este punto suelo echar el freno y pararme a pensar en la opción objetivamente más lógica, que se remite a mi debilidad y excesiva dependencia emocional para ser feliz hacia aquellos a los que quiero, especialmente hacia mi pareja por supuesto, en comparación con la mayor fortaleza de los que rodean. En esta vicisitud me encuentro con más frecuencia de la que me gustaría, a veces nacida de la inseguridad al presenciar diversas situaciones y en otras ocasiones iniciada simplemente por el mero acto de darle vueltas a las cosas a fin de conocerme un poco mejor, lo cual, dependiendo del tema, es un error garrafal.

Tras ahogarme en inexistentes problemas generados casi en exclusiva por mi imparable inseguridad termino aparcado siempre en la misma situación: me fuerzo temporalmente a no requerir a nadie, pues siempre termino incordiando y en ocasiones hostigando a quien menos lo merece. De un salto paso de la terquedad a la humillación personal, de prometerme no recurrir a ella a trata de ponerme en contacto como sea, poco a poco permito que la ansiedad se apodere de mí hasta que vuelvo a caer en la rutina. Tras ello una breve paz me invade hasta el siguiente episodio de ansiedad que nunca sé cómo puede aparecer. Por un limitado espacio de tiempo, a veces de minutos a veces de un par de días, entiendo parcialmente como se ha de sentir un drogodependiente.

Esta situación está en mi vida desde que rompí, por voluntad propia, con mi ex-pareja, la cual me aportaba una tranquilidad desconocida hasta entonces para mí. De esto hace ya más de un año y desde entonces he tenido oportunidad de considerar el asunto desde multitud de puntos de vista, desde al más básico hasta el más neurótico, puesto que tras el fin de nuestra relación decidimos, de mutuo acuerdo, mantener la convivencia como meros amigos. El único consejo que os puedo dar es que aquí se os presentara una gran decisión, ¿queréis realmente entenderos a vosotros mismos?

Si os parece absurda mi pregunta, es que realmente os conocéis, en cuyo caso mi consejo es que no conviváis con vuestra ex-pareja, lo vais a pasar fatal para nada. Si por otro lado al leer la pregunta habéis respondido de modo afirmativo mentalmente es que no tenéis ni pajolera idea de cómo sois. En esta situación podéis optar bien por huir de la convivencia (insisto en que siempre es la opción más sana) o bien podéis intentar apostar por la convivencia y tratar de entender un poco mejor vuestra forma de ser. Como ya imagináis, esta última opción fue el camino que decidí tomar.

Tras terminar la relación (y dejar pasar los días de rigor que toda persona necesita para darse cuenta de la estupidez que ha cometido al terminar y perder lo que se ha tirado buscando toda su juventud) me percate de que quería volver con ella, lo cual evidentemente no dio resultado, pues de ser así no estaría escribiendo esto xD. Dramatizando un poco; mi vida a partir de ese rechazo ha sido un auténtico infierno personal. Pasé de la vida perfecta a no tener nada y no volver a querer tener nada que no fuese en su compañía como pareja.

He tardado aproximadamente un año en darme cuenta de que he enfocado mal mi problema, porque confundía sentimientos, lo cual me trastornaba aun más. Desde mi punto de vista creo que tengo un gravísimo problema de inseguridad y dependencia que he tardado en descubrir, bien por no darme cuenta o por no querer darme cuenta. Y por otro lado, en los breves episodios que tengo de normalidad personal, soy bastante capaz de discernir lo que siento aun por mi ex-pareja, lo cual, en cierto modo, es más fuerte de lo que he sentido nunca por ella. No estoy enamorado de ella como lo estuve en su día, que hubiese bebido las aguas por ella cada momento de nuestra vida, sino porque he tenido la oportunidad de comprobar que como persona, aparte de cómo mujer que eso ya es a gusto del consumidor, es sensacional. Pero esto es un tema que necesito aparcar de una vez por todas.

Seguramente en una situación normal, sana y natural, podríamos perfectamente volver a enamorarnos. Pero esta idea está más que aparcada por ahora, y más teniendo en cuenta que no quiere saber absolutamente nada de hombres. Mi necesidad personal más inmediata es terminar de conocerme, saber donde están mis límites, abogar por una vida mental sana e independiente de cualquier otra persona, y luego ya se verá.

-------------------------------------------------------------------------------------

Editado: 27/11/01

Pies en el suelo... ¿al fín? al menos parcialmente. A parte de mi problema personal, que no es más que una leve depresión la cual espero poder tratar sin recurrir a los antidepresivos de rigor que te dejan doblado, he estado hablando con mi ex-pareja y entre pitos y flautas me ha dejado claro que la imposibilidad de una futura relación con ella se basa en que, al haberle fallado ya en una ocasión, le resulta imposible volver a confiar en mi de ese modo.

Esto es perfectamente razonable, seguramente en caso contrario yo actuaría igual, de hecho el 80% de las personas pseudointeligentes que conozco actuarían así, pero como este es mi blog y escribo lo que me da la gana me cago en la puta madre que me parió. Siempre albergué una esperanza de que ella se parase a pensar lo fantástica que sería una relación entre nosotros bien llevada; pese a que abogase porque no tengamos nada que ver entre nosotros yo creía que esto no era un problema, pues no lo fue en un principio. El problema es que yo no sabía de su desconfianza, pecando de iluso y confiando en que la herida, en lugar de semptierna, era temporal. Todo tiene un fin y este, para mí, el peor y más desolador de los que me encontraré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario